12.13.2006

En periódicos

LA NACION (2006): "Empleo público y clientelismo". Editorial I. Viernes 2 de febrero.-
"Puede decirse, sin exageración alguna, que la retribución con empleos de los favores políticos es una práctica antigua en la Argentina. Se la puede observar desde los orígenes de nuestra nacionalidad, siendo los antiguos caudillos cultores de esta modalidad aunque los marcos fueran muy diferentes. En algún tiempo hubo "punteros" y hoy tenemos políticos que encuentran sus sostenedores en todos los grupos que les resultan funcionales para sus aspiraciones. Un estudio realizado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), sobre la base de datos oficiales, demuestra que el Estado nacional toma diariamente un promedio de 40 nuevos empleados, por lo común bajo la forma de contratos que después terminan por convertirse en puestos efectivos. Este instituto objeta que, al revés de todo lo que se ha dicho y predicado en torno de la necesidad de modernizar el sector público y lograr una eficiencia que hoy solamente se puede ver de muy limitada manera, se continúa en la mala práctica de privilegiar el clientelismo. Uno de los hechos graves, además del número elevado de puestos creados, es su calidad, lo cual se vuelve más problemático si se piensa que el nivel de remuneraciones del sector oficial es, en algunos sectores, superior al que se puede encontrar en determinados rubros de la actividad privada. La situación de bonanza de los ingresos fiscales favorece el desarrollo de estas prácticas, que han venido cobrando vigor nuevamente, después de la crisis del año 2001. Con la misma alegría de siempre y las mismas esperanzas se ha vuelto a las más añejas tradiciones. El ritmo de aumento del empleo público se aceleró en 2005 respecto de lo observado años atrás, lo cual se tradujo en un mayor gasto público tanto en los niveles nacional, provincial como municipal. No se puede decir que la percepción general haya cambiado demasiado: algunas oficinas públicas siguen siendo lugares de acceso difícil, en las cuales se pueden encontrar extraños carteles donde se informa que en tal o cual ventanilla se atiende dos días por semana y con horarios restringidos. Desde el Gobierno se suele responder a estas observaciones diciendo que ha aumentado el gasto social. El otorgamiento de empleo público sobreabundante no es el instrumento idóneo para resolver el problema social de la desocupación. Es el sector privado el que tiene que generar nuevas oportunidades laborales y no el Estado, porque el empleo público excedente sólo reduce la productividad del conjunto y perjudica la solvencia fiscal. Debe entenderse que el Estado no obtiene sus recursos de la nada, sino que los extrae del sector privado mediante impuestos o compitiendo en el uso del crédito. Y esto, de una u otra forma, termina afectando a la producción y el crecimiento. Es de esperar que el desarrollo de la economía y el crecimiento económico, que se traduce en la expansión de la actividad de un sector privado dinámico, pueda verse reflejado en algún momento en una administración pública ágil y eficiente. El incremento del gasto público no debe orientarse a sostener una estructura burocrática cada vez mayor e ineficiente, sino a brindar mejores servicios en salud, educación y seguridad. Por ello, éste es el momento de poner atención y controlar la expansión del empleo público, mucho más todavía cuando se está ingresando en una etapa fundamental de la campaña electoral por la presidencia de la Nación".-


RODRIGUEZ VILLAFAÑE, Miguel Julio (2006): "Manoseo gubernamental del empleo público". Córdoba, La Voz del Interior, 28 de diciembre.
"Se debe asegurar el ingreso a la administración pública provincial y municipal por concurso, en igualdad de oportunidades. Los cargos públicos son patrimonio de la sociedad toda, no de un partido político, ni de algún sector de poder o de unas familias sagradas".

MORALES SOLA, Joaquín (2006): "Al borde del abismo". Buenos Aires, LA NACION, Enfoques, A cinco años de la crisis de 2001. 17 de diciembre.
Con la caída de De la Rúa, la Argentina estuvo tan cerca de la disolución que se llegó a temer una guerra civil. La desconfianza hacia una clase política cada vez más alejada de la ciudadanía tuvieron un dramático desenlace. Quizá la Argentina moderna nunca estuvo tan cerca de una guerra civil como en la Navidad de hace cinco años. Con argumentos de menos peso, o en situaciones menos traumáticas, hubo en otros países, a lo largo del siglo XX, crueles enfrentamientos civiles y cambios bruscos de regímenes políticos. Ver nota en:
CLARIN.COM (2006): "El mapa político de la región, tras el año electoral". Buenos Aires, Editorial, 10 de diciembre.
Las elecciones venezolanas de la semana pasada han cerrado un intenso y agitado calendario electoral latinoamericano del que surgen algunas líneas importantes sobre los rumbos políticos que, probablemente, seguirá el subcontinente en la segunda mitad de la presente década.Siete países sudamericanos renovaron este año sus gobiernos nacionales y Congresos (Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Brasil, Ecuador y Venezuela) a lo que se suman las elecciones cumplidas en Honduras, Haití, Costa Rica, Nicaragua y México y el referéndum en Panamá sobre el futuro del canal. Ver nota en:
http://www.clarin.com/diario/2006/12/10/opinion/o-03401.htm



TOURAINE, Alain (2006): "El país paga caro la falta de gestión", LA NACION, Cultura, lunes 27 de febrero. El sociólogo francés critica la debilidad institucional. Una baja institucionalización, la pobre capacidad administrativa y de gestión estatal y una débil gobernabilidad son, según Alain Touraine, los rasgos más visibles de la democracia argentina. Ver nota en:

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