8.03.2010

Democracia participativa: función del radicalismo. Por Miguel Duarte

La democracia participativa: función del radicalismo.
La democracia participativa expresa una forma de democracia directa que otorga un rol central a la ciudadanía en los diferentes espacios de representación, participación y deliberación.
En consecuencia la democracia participativa es un proyecto alternativo a la 'democracia delegativa' diseñada en el marco de las ideas y las políticas neoliberales que obturaron la participación popular principalmente a partir de la década de 1990.
En la práctica la democracia participativa implica la promoción, difusión, implementación, de mecanismos participativos que fortalezcan las instituciones democráticas adecuandolas para un mayor acceso de ciudadanas y ciudadanos al proceso de toma de decisiones.
Distintas experiencias de democracia participativa nos permiten señalar la importancia de la participación ciudadana en organismos gubernamentales y de la sociedad civil; en organizaciones barriales o vecinales; en empresas autogestionadas; en órganos de control o fiscalización.
En efecto, entre los instrumentos que tienden a fortalecer una democracia participativa tenemos: las asambleas barriales, los presupuestos participativos, los procesos eleccionarios vecinales, los nuevos movimientos sociales, y las elecciones internas para candidatos a cargos de representación pública en los partidos políticos.
De ello se infiere que la democracia participativa requiere organizaciones políticas cuya praxis se oriente a la educación popular y a la ampliación de las bases de legitimidad democrática de Sociedad y Estado.

Democracia participativa y partidos políticos.
En la construcción de una democracia participativa los partidos políticos juegan un rol fundamental, estas instituciones tienen una posición estratégica que se respalda en su jerarquía constitucional.
El Art. 38° de la Constitución Nacional dice que: “Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamientos democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas”;
Por otra parte, el Art. 33° de la Constitución de la provincia de Córdoba, sostiene que los partidos políticos “Son orientadores de la opinión pública y contribuyen a la formación de la voluntad política del pueblo” (…) y que sólo a ellos “compete postular candidatos para cargos públicos electivos”.
Las organizaciones partidarias que se orienten a la ampliación de los horizontes democráticos hacia una democracia participativa deben garantizar: 1. Fortaleza Etica; 2. Calidad institucional; 3. Democracia interna; 4. Financiamiento transparente; 5. Publicidad de sus actos; 6. Claridad ideológica; 7. Capacitación de militantes y dirigentes; y 8. Activar la educación ciudadana.

Responsabilidad del Radicalismo.
El radicalismo tiene una doble responsabilidad: 1. institucional, que se desprende de su centenaria historia como primer partido político nacional; 2. ideológica, como movimiento político que se nutre de las ideas nacionales y populares que surgen en el pensamiento de mayo, enfrentan a la oligarquía, las dictaduras militares, y toda forma de autoritarismo en la historia argentina.
El Radicalismo tiene el deber histórico de luchar por una democracia participativa en la República Argentina. Y eso debe ser comprendido por todos los militantes y dirigentes partidarios, e interpretado por sus máximas figuras visibles.
Todo recorte a la vida democrática entra en contradicción con los postulados vigentes del radicalismo. Por eso la tarea de formación y elección de dirigentes que reprensenten al radicalismo es una tarea seria y de compromiso social.
Como decía Raúl Alfonsín: “En los tiempos en que vivimos, la política necesita dirigentes que procuren apelar permanentemente a la racionalidad de la sociedad, haciéndolo con el coraje necesario para no arredrarse ante el poder económico o el de los medios masivos de difusión, y con la humildad suficiente como para ejercer su función a través de la docencia, la explicación, el análisis y la autocrítica”.
La forma delegativa de democracia, con candidatos que se presentan como productos en la góndola del mercado electoral, atenta contra la esencia humana y progresista propia de la democracia participativa.

Un camino radical.
Aclarados los conceptos, caminamos con un compromiso firme para profundizar la legitimidad democrática en todas las esferas de la vida argentina. Impulsar elecciones internas abiertas y transparentes para cargos de representación pública es solo un primer paso.-
Córdoba, 3 de agosto de 2010.
Miguel Angel Duarte

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